martes, 19 de julio de 2011

¿Tienen ellos algo que decir?

Por el profesor Carlos Ravina*

Es innegable que hay instituciones en las que ciertas prácticas musicales han llegado a un interesante grado de consistencia. También es cierto que a una escuela común no debemos exigirle la pretensión curricular a la que debe aspirar un centro específicamente consagrado a estudios musicales. Sin embargo, ello no nos autoriza a creer que la música no puede ser enseñada en su condición de discurso, y muy en particular, de oportunidad para narrar lo propio.
Afirma Chomsky: “una persona que conoce una lengua (de acuerdo con los principios de la Gramática Universal) normalmente conoce cómo usarla para lograr ciertos fines. Podemos decir que alcanza un sistema de “competencia pragmática” que interactúa con su competencia gramatical [...] El conocimiento del lenguaje pertenece a un complejo más rico de creencias y conocimiento [...] el uso del lenguaje compromete sistemas cognitivos fuera de la competencia gramatical y pragmática.”
Además, hemos repetido como loros aquello que Vigotsky propuso “El pensamiento sufre muchos cambios al convertirse en lenguaje. No es mera expresión lo que encuentra en el lenguaje: halla su realidad y su forma” y también que “[...] cuanto más refinadas son las estructuras del pensamiento, más necesario es el lenguaje para el perfeccionamiento de su elaboración”.

Los maestros de música deberíamos ayudar a los alumnos a aprender algo más que a usar las destrezas que constituyen su “gramática universal musical” (de cuya morfología y sintaxis pareciera que está prohibido hablar).

Pareciera que el meollo de la cuestión es saber meter la nariz en la cocina del discurso. Entonces, ¿por qué no acompañar a nuestros alumnos en la aventura de componer sus propias narraciones musicales? ¿acaso un niño de primer grado no tiene nada que narrar? ¿acaso otro de sexto grado ya ha perdido el deseo de ser escuchado?
Forma, textura, instrumentación, color instrumental y/o vocal, variaciones de intensidad, de velocidad, de densidad, articulación, uso o no de texto y demás variables, están disponibles como dimensión a ser desplegada por los niños y sobre cuya profundización el docente puede desplegar su propia fantasía creativa.
¿No queremos enterarnos de cómo se narran musicalmente a sí mismos nuestros alumnos?
Y seguirán las preguntas en la próxima entrega.

* El profesor Carlos Ravina es profesor titular de las cátedras Formación Musical General II - III, Práctica Vocal e Instrumental II - III, Audioperceptiva I y Ensamble Clásico de la TSI

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