Por Victoria Barturen, Rocío Benítez y Ana Rodríguez*
Para el segundo
parcial de Psicología y Educación, asignatura de 3er año del Profesorado de
Música, nos decidimos por hacer un análisis de Marisa Wagner, poeta argentina
fallecida el 18 de agosto de este año, a través de los elementos que nos
ofreció dicha asignatura.
Compartimos con
ustedes, una síntesis de lo que fue ese parcial, con la intención de conocer
otras realidades que se vinculan con nuestro devenir como seres humanos y que
son, por tanto, interesantes de tener en cuenta en nuestras prácticas docentes.
Primero, miremos el video:
Marisa y
la escuela
En el video Marisa Wagner comienza
contando que de niña hablaba poco, pero se refugiaba mucho en la lectura y la
escritura. No tenía mucho acceso a material dado que su familia pertenecía al
proletariado y en su biblioteca tenía poco que leer. Esto cambia cuando ingresa
al secundario y tiene mayor acceso a libros. Marisa menciona que tuvo “una
profesora muy piola” que le recomendó autores. De esta manera, comenzó su
camino de lectora de dos o tres libros por semana. Simultáneamente escribía.
Como futuras docentes, tomamos este testimonio para asentar que es necesario partir de la singularidad de cada alumno teniendo en cuenta el momento y el entorno en el que se encuentra, sus modos de comunicación, lo que ya trae, lo que busca y espera, para poder tomar decisiones a la hora de ejercer la docencia.
Como futuras docentes, tomamos este testimonio para asentar que es necesario partir de la singularidad de cada alumno teniendo en cuenta el momento y el entorno en el que se encuentra, sus modos de comunicación, lo que ya trae, lo que busca y espera, para poder tomar decisiones a la hora de ejercer la docencia.
El caso de Marisa Wagner es un claro
ejemplo de como los docentes podemos influir en nuestros alumnos y, muchas
veces, en su futuro, cultivando sus intereses, fomentando eso que es su impulso
creador propio. La tarea del docente debe ser la de habilitar a los alumnos a
encontrarse con referentes precisos, con su propia tónica y su propio tempo. Es
nuestra tarea garantizarles un espacio donde se los espera y se cree en ellos.
Marisa y la política
En Psicología y Educación hemos
aprendido que la política atraviesa todo lo que hacemos, y por supuesto,
atravesó todo lo que Marisa hizo. En un reportaje hecho por Estela Iglesias y
Javier Flores a la Revista de Poesía La Guacha, Marisa explica que empezó “escribiéndole a la patria, a San Martín, a
Mariquita Sánchez de Thompson, a Rivadavia, a cualquiera hijo de puta que
pintara (...). En el secundario me enteré de la literatura española, la
argentina y otras y descubrí que me gustaba enormemente leer. Leía
compulsivamente: el diario, Corín
Tellado, un poco de El
Capital de Marx, Dostoievski. Después durante un tiempo me hice
rosista, y leía historia argentina.”
La política atravesó a Marisa de mil maneras, y muy
fuertemente cuando fue militante. En esa época escribía poemas para la
revolución, para sus compañeros que, como ella, buscaban un camino desde lo
político, para los sueños que tenían por aquel entonces. Cuando sufrieron la
derrota, escribió para los muertos.
La política la atravesó marginándola aún antes de los
manicomios, fue pobre y sufrió la falta de empleo. Wagner, de hecho, escribió
que su paso por los manicomios fue más
para protegerse del desamparo y de la pobreza, que de la locura.[1]
Aún poco tiempo antes de su fallecimiento, Marisa seguía
escribiendo atravesada por la política: “Los
otros días me puse a escribir sobre desocupados y piquetes y cascos amarillos,
in memorian de compañeros que han muerto en la construcción, los que yo llamo “desaparecidos sociales” porque ni los diarios hablan de ellos; o
sobre los canas que todos los días juegan al gatillo fácil.”
Marisa y el
exilio
En Psicología y Educación, vimos a través de la lectura
del artículo “Modernidad Líquida” de Bauman cómo el aparato social condena,
etiqueta, agrupa, califica, reprime. Cada uno tiene su lugar. No está en la
misma posición quien es un ente que consume, que quién no lo es, por falta de
recursos, o por rebeldía. Hay un afuera y un adentro, igual que en una
institución, igual que en un colectivo de aprendizaje o cualquier grupo social.
En el reportaje antes citado, Marisa nos
dice: “El tema es que hay en esta sociedad
un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar. Te lo enseñan desde que nacés,
entonces se coge en la cama, se cocina en la cocina, se come sobre una mesa,
hay que lavarse las manos antes, se hace pis en el baño, no se muestran los
genitales en público, mucho menos te podés hacer una paja cuando te vienen
ganas en la vereda o en la oficina. Son las reglas, que parecen groseras pero
hay millones y cada vez más sofisticadas y terminan reglando absolutamente todo tu cerebro, tu cabeza, tus frases,
tus sentimientos, tus instintos, reprimiendo. Uno termina siendo una persona
adaptada socialmente, con un trabajo coherente, un sueldo conveniente –no en la Argentina obviamente-,
pero con eso sos una persona normal, porque has acatado todas las normas.
Entonces cuando vos desafiás las normas de cualquier tipo, corrés riesgos, la
cárcel, el reformatorio, el manicomio, cualquier cloaca de la sociedad (...)”
Entonces cuando se estigmatiza a alguien de loco, eso es
lo que es, y ya pareciera que deja de ser una persona: es un loco, algo que no
queremos ver, porque, como dice Marisa en el video, no estamos exentos de
nosotros también “volvernos locos”.
En el video, la poeta se autocita y dice “La paz de los
cementerios se nos hace rutina / y nuestras familias por fin duermen
tranquilas.”, significando que en nuestra sociedad al loco se lo encierra, se
lo aparta y se lo olvida.
Al respecto, nos pareció atinado compartir también este
poema suyo:
Si yo no estuviera loca
¿Qué estaría?
¿Muerta?
¿Desaparecida?
Y estar loca
¿No es una manera -como otra
cualquiera-
de desaparecer o morirse?
Pero no filosofemos ¡no
jodamos!
Si yo no estuviera loca
estaría cuerda.
Haciendo la fila
para pagar la luz, el gas,
el teléfono.
|
Haciendo otra fila
para pagar los impuestos.
Estaría mirando los
clasificados.
Los informativos.
Estaría soñando
con ser alta, flaca, rubia
-como las modelos-
Estaría yendo al Shopping,
por ejemplo.
No sé si lo resistiría.
Creo que no sabría qué hacer
del otro lado.
|
Con este poema, podemos notar que Wagner entiende
perfectamente que es una exiliada, que estamos ante un bombardeo de publicidad
que nos mantiene siempre deseantes, que nos condena al alejamiento de los otros
para gozar a solas con nuestros objetos de consumo, que nos universaliza y a su
vez nos despoja de la vinculación con el otro.
En el video, Wagner nos dice “la locura tiene algo que genera miedo porque nadie esta exento. ¡Eso
genera unas fantasías! Y cada uno tiene su loco interno, pelea con su loco, con
la idea de loco que tiene.”
Hemos visto en Psicología y Educación, que es importante
reflexionar sobre la muerte, como parte de todos y cada uno, algo que
indefectiblemente nos va a pasar. La muerte genera fantasías de cómo, cuándo y dónde
llegará, y provoca que se vuelva un tema del que nos cueste hablar, muchas
veces dejándolo de lado, intentando evitarlo.
Creemos que esto mismo sucede con la locura de la que nos
habla Wagner. Las fantasías generadas en torno de la locura, y la poca
reflexión al respecto, hace que temamos a nuestra propia locura, y a cualquier
“loco”. Es por ello que al loco se lo encierra, no queremos verlo, no queremos
tener contacto con eso que nos podría pasar, nos da miedo. Lo mismo pasa con la
muerte.
Compartimos otro poema claro sobre este tema:
CONSEJOS PARA VISITANTES
Si Ud. hace caso omiso
de nuestras sonrisa desdentada,
de las contracturas,
de las babas,
encontrará, le juro, un ser humano.
|
Si mira más profundo todavía,
verá una historia interrumpida,
que hasta por ahí, es parecida...
Si no puede avanzar,
si acaso le dan náuseas o mareos...
no se vaya...
antes, por lo menos,
deje los cigarrillos.-
|
Marisa y las
resistencias a escribir
Wagner dice:
“Luego conocí a Sergio Darlin, un
poeta argentino, muerto ya, que fue mi pareja, y me mostró otra poesía, mi poesía
era tan elemental y sencilla que solía avergonzarme frente a ellos. Así que no
escribí hasta la muerte de Darlin. En el 97, dije: “ahora es mi turno compañero, usted se ha ido”.”
Marisa no escribió hasta que Darlin murió, y no porque no
quisiera, sino porque la escritura, que oscila entre el deseo y la represión,
se inclinaba por la represión, como hemos leímos en el texto de Gitaroff,
aportado por la cátedra. A la poeta se le presentaba una fuerte idealización de
Darlin, que hacía que se sintiera no-escritora comparada con él.
Marisa y el
Litio
En el Borda (hospital psiquiátrico), a Marisa la
intoxican con Litio, lo cual le deja algunas secuelas (disquinecia tardía):
tics y ruidos, inestabilidad física (pérdida del equilibrio).
En la entrevista al Periódico Vas, antes citada, la poeta
nos dice:
“Se enloquece por un dolor extremo o
por una soledad extrema. Un mundo injusto genera subproductos patológicos, y
eso somos nosotros. De hecho, algunas personas pueden zafar de la locura y
sobreviven. Claro, se mutilan un riñón o el hígado, hacen algo psicosomático,
mueren de cáncer… La enfermedad se les aloja en el cuerpo. Otras personas, con
un mecanismo absolutamente sensible, enloquecemos. Este mundo genera locura por
donde lo mires. A los niños empiezan a darles Ritalina a los tres años. Estamos
construyendo adictos, cosa que es muy rentable para la industria farmacéutica.
Y ni hablar de los que están el la calle sin otra madre que la estación Retiro,
como dice un amigo poeta. ¿Cómo hacés para sobrevivir entre tanta injusticia y
crueldad sin enfermarte?”
Sobre esto hemos hablado varias veces en Psicología y Educación:
La implicación subjetiva del malestar hace referencia a que uno está implicado
con lo que hace. Son las cosas de la cultura que hacen que no me dé cuenta de
que me pasa algo. Esto es moneda corriente, negamos las cosas porque nos cuesta
aceptarlas, hay una renegación en donde se da una negación y se niega de que se
está negando (Un ejemplo es el de manejar un auto a 180 kilómetros por hora,
negando que tal cosa sea peligrosa).
En nuestras escuelas, aparece el Metilfenidato, la droga
para tratar casos de Déficit de Atención con o sin Hiper Actividad.
Existe una tendencia a normalizar, sobre parámetros
impuestos por la cultura posmoderna.
La industria farmacéutica, en gran parte, trabaja sobre
esos parámetros y produce drogas para normalizar.
Un poema de Wagner lo puede ejemplificar mejor:
Ya no consumo Halopidol,
sólo Tegretol, Anafranil y
Litio.
Estoy compensada.
Traduzcamos:
me mantengo de éste lado,
es decir, sin delirios
y deambulo
(porque, nosotros, los
pacientes, deambulamos).
Es una nueva costumbre que
he adquirido.
Deambulo -como digo-
libremente por el enorme
parque del hospicio.
Estoy lúcida, ubicada en
tiempo y espacio,
por lo tanto:
sé en qué día vivo.
¿Vivo? Me pregunto,
y me entra la tristeza y me
deprimo.
|
La historia clínica se pone gorda de tristezas.
Yo soy mi historia clínica.
¿Dejé de ser mi historia,
acaso
Es muy malo preguntarse
tantas cosas
que complican, además, el
tratamiento.
Tengo sueños, pesadillas
que a nadie se las cuento,
por las dudas,
no sea cosa, vayan a la
historia clínica.
Pero sí tengo insomnio, por
ejemplo,
esto es inocultable,
y va derecho a la historia
clínica.
Mi psiquiatra, entonces,
regula las pastillas.
Duermo. Se anota en la
historia clínica.
Doctor, estoy amando
¿Esto también irá a la
historia clínica?
|
Marisa y El
encuentro con el otro
La poesía de Marisa sale del hospicio, porque alguien los
manda a concursar. Sin ese alguien, no hubiese sido posible “Los Montes de la
Loca”, su libro. En el siguiente poema, Wagner refleja sentir fortaleza al
saberse no-sola, puede resistir desde el encuentro con los otros.
Cuando se toca fondo
y se mastica el polvo,
te das cuenta, aprendés,
que aún no lo has perdido todo,
que hay más para perder,
que el fondo, en realidad, no tiene fondo,
que aún se puede descender
y descender
Se piensa que ya no se puede estar más solo
y sin embargo, sí se puede
hay más soledad, te lo aseguro.
Pero un día
un día cualquiera, se te da por mirarte en el espejo
(no abundan los espejos en el manicomio,
por razones obvias, se me ha dicho).
No importa, el espejo del que hablo, está en otro lado,
|
adentro.
Y te das cuenta, por ejemplo,
que tenés dos piernas,
te las mirás, las sometés a prueba,
y te vas a dar una vuelta por el parque del hospicio.
Y te cruzás entonces, con otro espejo que deambula,
más valioso y fidedigno
¡Y acaece la revelación!
¡Qué voy a estar sola… sí somos mil setenta locos acá adentro!
Y cuando nos juntamos los espejos
uno le da coraje al otro y resistimos.
La subestimación.
La discriminación.
Los abandonos.
Pero bueno, estas ya no son cosas de locos.-
|
Marisa y la
confianza en la palabra
La cátedra “Psicología y Educación” aportó la historia
del calvario de Ana, una desplazada por los conflictos armados africanos, que
da cuenta de la importancia que tiene que el exiliado esté provisto de alguien
que lo escuche, que sepa que cuenta con un lugar en el otro, donde el otro y él
mismo son imprescindibles. Es en la simbolización, en la confianza en la
palabra, donde el relato de sí mismo tiene derecho a existir y ser verdad,
configurando la identidad del relator como un hecho vivo y no uno ahogado y
confuso, indecible. El siguiente poema, está dedicado a su analista, y da cuenta
de cómo él le proveyó un lugar donde poder darle existencia y verdad a su
relato.
(al Licenciado Germán Agüero)
Yo...
- ésta mujer rota -
que a veces se despedaza aún más en la locura.
La que emprende sigilosos, nocturnos vuelos,
sobre los nidos secretos de los monstruos.
La que suele mantener conversaciones largas
con el mismísimo demonio, mirándolo a los ojos.
Yo...
- éste ángel mutilado, erróneo -
que arrastra su ala rota en los pantanos,
que camina lentamente
sobre brasas encendidas, sin notarlo,
expiando
quién sabe qué pecado.
|
Que no se persigna jamás, ni se arrodilla
ante ningún dios de cotillón,
ante ninguna deidad de fantasía.
Quizás...
porque vi morir mis hombres mejores en la guerra.
Inocentes, desnudos, crédulos,
descalzos, casi desarmados
y jamás pude enterrarlos,
quiero decir, honrar la tierra con sus cuerpos niños...
hoy... sin embargo,
me inclino
- con la docilidad y la elasticidad de un junco -
frente al milagro descomunal de tu ternura.
|
[1]
Entrevista a Marisa Wagner, realizada por Mariane Pécora, Directora
del Periódico Vas, de Buenos Aires. La entrevista es de 2009 y la
re-publicación data del 17 de agosto de 2012 en Periódico Vas
*Victoria, Rocío y Ana cursan el 3er año del Profesorado de Música
*Victoria, Rocío y Ana cursan el 3er año del Profesorado de Música