por Victoria Barturen*
Después de ver qué pasa con
la posmodernidad, el mercado, la liquidez, la propuesta de encontrarnos con los
otros y los procesos de etiquetamiento, en esta entrega nos acercaremos a la
realidad latinoamericana, compartiendo algunas ideas sobre la educación en
nuestro contexto.
Errancia
y compromiso
“Estamos
convencidos de que el momento histórico de América latina exige de sus
profesionales una seria reflexión sobre su realidad, que se transforma
rápidamente, de la cual resulte su inserción en ella. Inserción que, siendo
crítica, es compromiso verdadero. Compromiso con los destinos del país.
Compromiso con su pueblo. Con el hombre concreto. Compromiso con el ser más de
este hombre."
Paulo
Freire.
Latinoamérica
ha sufrido las órdenes de los poderosos, genocidios y golpes de estado en
servicio de la agenda de los imperios que regulan el mundo, corrupción,
narcotráfico. Hoy se están abriendo nuevos desafíos en pos de la independencia
de ciertas condiciones opresoras. Estos nuevos desafíos incluyen el derecho
radical a la educación, educación de calidad para todos, no un privilegio para
pocos.
La
educación pública debe ser inclusora, actualmente hay más niños y niñas en el
sistema escolar, pero también hay más niños y niñas excluidos de la sociedad.
Vivimos
un tiempo en que las instituciones propias de la posmodernidad, como la Escuela
y el mismo Estado Nación parecen haber perdido -o al menos menguado- su
capacidad de instituir, de crear subjetividad. Quedan espectros, restos de
escuela.
En la
introducción de “Escuela y comunidad. Desafíos para la inclusión educativa.”
del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, se comenta que las escuelas
que trabajan en contextos de pobreza, enfrentan serias problemáticas para
desarrollar una enseñanza de calidad. Una de sus consecuencias es la
cristalización de trayectorias educativas signadas por la discontinuidad,
escasos aprendizajes y abandono educativo.
Duschatzky
se apoya en relatos y diálogos para mostrarnos a estos alumnos: vidas que se
construyen y reconstruyen en escenarios de devastación y que de maneras
insospechadas habitan las instituciones educativas, las cuales abandonan o de
las cuales son expulsados. Estas vidas, empujadas por la lógica expulsiva del
capitalismo actual y por el arrastre de coyunturas locales, no reconocen una
pobreza tan sólo material, sino un estado de intemperie respecto a resortes
básicos de existencia social. Para
esta investigadora, no es un hilo identitario lo que los agrupa, sino el hecho
de encontrarse arrojados a sus propias fuerzas de supervivencia.
Las
experiencias locales y nacionales que puedan relacionar calidad e igualdad,
tienen que ser fortalecidas.
No
podemos desentendernos, como futuros docentes, de las necesidades de las
escuelas en nuestros barrios, localidades, provincias.
Privilegiemos
una educación que se emancipe de las políticas efímeras y pasajeras, que
revierta las dinámicas de exclusión, que sea de calidad y para todos, realmente
democrática. El actual funcionamiento de nuestro sistema económico y gubernamental
no atiende a estas prioridades y es un obstáculo para el progreso de la
humanidad.[1]
* Victoria Barturen es alumna del 3er año del Profesorado de Música.
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